Cómo podemos identificar a un mal líder
A diario, en millones de empresas se cuestionan acciones concretas de los jefes e incluso los estilos de liderazgo completos. Más allá de las opiniones personales que ponen en tela de juicio a éste o a aquel líder, existen diversos rasgos o elementos en el entorno de trabajo que pueden tenerse en cuenta para identificar cuándo estamos bajo un mal liderazgo.
Tener un mal líder dentro de la empresa entraña un riesgo muy alto, ya que de ellos depende la dirección de los equipos y, por extensión, el éxito de la empresa.
Los expertos en productividad y factor humano nos ayudan a descubrir las claves que caracterizan a un mal líder.
- La desorganización en los equipos es uno de los factores principales que revelan un mal liderazgo. Si los empleados no son capaces de saber cuáles son sus tareas, qué trabajos priorizar, a qué compañeros recurrir para resolver una incidencia concreta, podemos sospechar que el problema viene de más arriba y que estamos ante un liderazgo inadecuado. Para revertir la situación, un líder debería fijar objetivos, diseñar y estructurar procesos de trabajo y realizar un seguimiento de dichos objetivos para comprobar que se van cumpliendo o cuáles son las causas que nos desvían de su consecución.
- La desmotivación de los empleados es otra de las alertas que nos advierten que nos encontramos ante un mal líder. Un empleado debe saber siempre cuál es exactamente su papel en la empresa y qué se espera de él, además de que se le considera capaz de realizar ese trabajo. De la misma forma, debe saber que cuenta con el respaldo de la organización si surgen problemas o cualquier contratiempo. Si no se reúnen todas estas características, los empleados abandonarán la tarea.
Un buen jefe debe saber convertirse en un modelo a imitar por sus empleados. Si no lo es, sus equipos no rendirán ni la décima parte.
- Si el líder tiene poca influencia entre otros jefes que se sitúan en la misma escala dentro de una misma organización, los empleados pueden llegar a sentirse poco valorados. Lo mismo ocurre si un jefe no consigue obtener el reconocimiento pleno de sus superiores y esto es detectado por la plantilla. Este es otro de los factores que nos permiten identificar a un mal líder. También es este un punto al que se llega a través de los dos anteriormente expuestos.
- Los malos jefes tienden a los discursos grandilocuentes, a conceptos excesivamente genéricos o a una terminología excesivamente rebuscada para enmascarar la falta real de discurso. Un jefe con escasas dotes de liderazgo puede apelar a conceptos como el esfuerzo, el sacrificio, colaboración, cooperación… que realmente sus empleados perciben que tiene poco en cuenta en el día a día. Así que pierde toda credibilidad.